Seleccionar página

La Toma de Roma, también conocida como la Presa di Roma, puso fin al proceso de unificación italiana, el Risorgimento. Este evento condujo a la derrota de los Estados Pontificios y la unificación de la península italiana (con la excepción de San Marino) bajo el rey Víctor Manuel II de la Casa de Saboya. También condujo al establecimiento de Roma como la capital de Italia.

Trasfondo

En la Segunda Guerra de Independencia de Italia (1859), el rey Víctor Manuel II conquistó la mayoría de los Estados Pontificios y más tarde proclamó el Reino de Italia el 17 de marzo de 1861. Sin embargo, este nuevo reino no incluía la región de Roma, que todavía era parte de los Estados Pontificios, y Venecia, que estaba gobernada por Austria.

Pocos días después de la proclamación del nuevo estado, el 27 de marzo, el nuevo Parlamento italiano declaró Roma como capital de Italia aunque no tenía control sobre la ciudad. De hecho, en ese momento el emperador Napoleón III mantenía una guarnición francesa en la ciudad para apoyar al Papa Pío IX, que no tenía intención de ceder el poder de los Estados Pontificios.

Cuando comenzó la Guerra Franco-Prusiana en 1870, Napoleón se vio obligado a retirar su guarnición de la ciudad para defender Francia. Además, le preocupaba que la presencia de tropas francesas pudiera servir de pretexto para que Italia se aliara con Prusia, como ya había hecho en la guerra austro-prusiana de 1866. La situación dio un giro cuando Napoleón se rindió en la Batalla de Sedán (1870) y se vio obligado a exiliarse. Poco después de la destitución del Emperador, los prusianos decidieron marchar a París. Como el gobierno provisional de la nueva República Francesa estaba utilizando sus fuerzas restantes para defender la capital, no tenía los medios ni la voluntad para proteger la posición del Papa. Como resultado, Pío IX, cuyo poder estaba en peligro, celebró el Concilio Vaticano I, que afirmó la doctrina de la infalibilidad y primacía papal.

La Toma de Roma

En septiembre de 1870, el rey Víctor Manuel II envió al Conde Gustavo Ponza di San Martino con una carta para el Papa en la que proponía una entrada pacífica del ejército en Roma y aseguraba la protección de Pío. San Martino también le entregó un documento que contenía diez artículos destinados a servir de base para un acuerdo entre Italia y la Santa Sede. Según estos artículos, el Papa conservaría su inviolabilidad y Roma permanecería bajo su jurisdicción. Sin embargo, Pío rompió la carta en pedazos y se negó a aceptar la propuesta.

El 11 de septiembre un ejército de 50.000 italianos avanzó hacia Roma esperando aún una entrada pacífica. Unos días después, el 19 de septiembre, llegaron a las murallas aurelianas de la ciudad y la sitiaron. Aún así, el Papa no entregó la ciudad de inmediato sino que opuso resistencia. El 20 de septiembre, los italianos traspasaron las murallas tras un cañoneo de tres horas y entraron en la ciudad. Poco después se firmó el Acta de Capitulación, por la que toda Roma, excepto la ciudad leonina, quedaría bajo el control del ejército italiano. Se izó una bandera blanca desde la Basílica de San Pedro y las fuerzas papales fueron escoltadas hasta la Plaza de San Pedro.

Consecuencias

Con el objetivo de legitimar la anexión de Roma a Italia, se realizó un plebiscito en Roma el 2 de octubre de 1870, donde la abrumadora mayoría votó a favor de la unión. El 9 de octubre, un decreto real estableció la incorporación de la ciudad y la región de Lazio al Reino de Italia. Además, el gobierno tenía la intención de dar a Pío la soberanía sobre la Ciudad Leonina, pero el Papa aún no estaba de acuerdo porque no estaba dispuesto a renunciar a sus reclamos por un territorio más amplio. El 13 de mayo de 1871 se aprobó la Ley de Garantías, que otorgaba al Papa amplias prerrogativas. Aunque los países católicos estaban satisfechos con esta medida, el Papa se negó a aceptarla y se consideró un “prisionero en el Vaticano”. Durante casi 60 años después de la Toma de Roma, el estatus del Papa se conoció como la “cuestión romana”, asunto que se resolvió con la firma de los Pactos Laterales en 1929.

Hoy en día, la toma de Roma se conmemora en todo el país en la vía XX Settembre, la calle que conduce a la catedral.

Autora: Beatriz Camino Rodríguez