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El nacimiento de Tiberio, 16 de noviembre del 42 a.C.

Tiberio César Augusto (16 de noviembre del 42 a.C. – 16 de marzo del 37 d.C.) fue el segundo emperador romano. Hijo adoptivo de Augusto, le sucedió en el año 14 d.C. y reinó hasta el 37 d.C. 

Vida temprana y la cuestión sucesoria

Tiberio nació en Roma el 16 de noviembre del 42 a.C. Sus padres eran Tiberio Claudio Nerón y Livia Drusila, que pertenecían a la gens Claudia, una antigua familia patricia. En el año 38 a.C., su madre se vio obligada a divorciarse de su padre para casarse con el emperador Augusto. Unos años más tarde, su padre falleció y Tiberio y su hermano Druso fueron a vivir con Livia y Augusto. Como aún no se había elegido al sucesor de Augusto, recibieron una educación que les prepararía para ser el siguiente emperador.

En el año 24 a.C., Tiberio entró en la política bajo la dirección del emperador. Su carrera estuvo llena de éxitos: llegó a ser cuestor, pretor y cónsul muy joven; también fue tribuno durante cinco años. En el año 19 a.C. se casó con Vipsania Agripina, hija de Agripa, con quien tuvo un hijo, Druso Julio César. Cuando Agripa murió en el 12 a.C., Tiberio se vio obligado a divorciarse de Vipsania y casarse con la hija de Augusto, Livia Julia la Vieja, que también era viuda de Agripa. Esto elevó a Tiberio con respecto a la sucesión y, tras la muerte de Druso en el 9 a.C., quedó claro que sería el heredero de Augusto. Como resultado, recibió comisiones militares en Panonia y Germania. 

Durante estas campañas Tiberio consiguió varias victorias y logró subyugar a varias tribus germánicas. En consecuencia, se le ofreció el control de las fuerzas romanas orientales. Sin embargo, a punto de aceptar el mando, anunció su retirada a Rodas. Esto supuso una amenaza para el plan de sucesión de Augusto, ya que los nietos del emperador (Cayo y Lucio) eran todavía adolescentes y esto le dejaba sin sucesor. Aunque Tiberio solicitó volver a Roma en varias ocasiones, Augusto rechazó sus peticiones. Sin embargo, la situación cambió cuando murieron Lucio y Cayo, y el emperador no tuvo más remedio que permitir el regreso de Tiberio y adoptarlo como hijo y heredero de pleno derecho. 

Su reinado 

Tiberio se convirtió en emperador cuando Augusto falleció en el año 14 d.C. Durante sus primeros años de reinado demostró ser un administrador eficaz y sabio al intervenir en los asuntos de Estado para poner fin a los abusos y excesos. Aun así, tuvo una relación difícil con el Senado, que era la única amenaza a su poder, y trató de intimidarlo concentrando la Guardia Pretoriana en Roma. 

El reinado de Tiberio también estuvo marcado por actos de represión, como la abolición de los cultos egipcios y judíos en Roma y la práctica de la «delación». Esta última consistía en la acusación de delitos, principalmente contra ciudadanos acomodados, y establecía grandes multas que iban a parar al tesoro imperial y al fiscal. Como no había fiscales remunerados, cualquier ciudadano podía ofrecerse como tal y cobrar una parte de la multa.

Tras la muerte de su hijo Druso en el año 23 d.C., Tiberio comenzó a delegar su autoridad en Sejano, el comandante de la Guardia Pretoriana. Así, Tiberio era emperador sólo de nombre. Unos años más tarde, en el 26 d.C., Tiberio se retiró a Capri y nunca volvió a Roma. Durante este tiempo, empezaron a correr rumores sobre su lujoso estilo de vida y sus actos licenciosos. Mientras tanto, Tiberio fue nombrado «Socius Laborum» y comenzó una serie de juicios de purga para deshacerse de aquellos miembros del Senado y de la sociedad que pudieran ser una amenaza para su poder.

Sin embargo, Tiberio pronto se dio cuenta de la debilidad de su posición y en el año 31 d.C. acusó a Sejano de conspiración. Poco después, Sejano fue ejecutado por traición y Tiberio comenzó un reinado de terror que duró hasta su muerte seis años después. Sin embargo, la principal preocupación de Tiberio era decidir quién sería su sucesor. Su elección fue Cayo (Calígula), su nieto adoptivo, que se convirtió en heredero del trono.

Muerte y legado

El 15 de marzo del 37 d.C., Tiberio sufrió una lesión durante un juego ceremonial y cayó en coma. Se mandó llamar a Calígula y la noticia de la sucesión se extendió por todo el mundo. Sin embargo, Tiberio recuperó la conciencia y todo el mundo se sumió en la confusión. Al día siguiente, el comandante de la Guardia Pretoriana, Macro, asesinó al emperador asfixiándolo con sus sábanas. 

A pesar de la caracterización negativa que dejaron los historiadores romanos, Tiberio dejó un imperio próspero y estable, lo que le permitió sobrevivir a los excesos de sus sucesores. Además, lo fortaleció haciendo que las instituciones introducidas por Augusto permanecieran durante siglos. En definitiva, los historiadores coinciden en que, sin él, el imperio habría sido probablemente mucho más corto. 

Autora: Beatriz Camino Rodríguez