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El Ara Pacis Augustae es un altar dedicado a Pax, la diosa romana de la Paz, y consagrado al emperador romano Augusto. Está considerado uno de los monumentos más importantes de la arquitectura romana.

Historia del Ara Pacis

El Ara Pacis fue mandado construir por el Senado romano el 4 de julio del año 13 a.C. en honor del emperador Augusto. Está dedicado a Pax, la diosa de la Paz, y celebra el regreso de Augusto de sus campañas militares en las provincias de Hispania y Galia, donde había permanecido tres años para supervisar su administración. El monumento, que consiste en un altar de mármol al aire libre en un recinto amurallado, estaba destinado al sacrificio de animales. El sacrificio y la ofrenda de animales eran ritos comunes asociados a la religión del estado romano y solían tener lugar al aire libre.

Inicialmente, el Senado deseaba erigir el altar en la Curia, pero Augusto decidió colocarlo cerca de su mausoleo en el Campus Martius, a lo largo de la Via Lata (actual Via del Corso). De este modo, estaría cerca de otros complejos arquitectónicos que exhibían con orgullo el poder, la legitimidad y la idoneidad de Augusto como gobernante. Además, el hecho de que el altar esté dedicado a la noción abstracta de la paz simboliza el papel del emperador como figura clave en la restauración de la paz en el Imperio Romano tras un largo periodo de inestabilidad interna y externa.

El Monumento

El Ara Pacis tardó cuatro años en terminarse y fue consagrado a Augusto el 30 de enero del año 9 a.C.. Consta de un altar central de mármol italiano Luna, situado sobre un podio rodeado de altos muros. El altar tiene escenas en relieve que representan a vírgenes vestales, sacerdotes y animales de sacrificio. La parte interior de los muros circundantes muestra guirnaldas de frutas y flores que cuelgan de cabezas de buey sobre acanaladuras, mientras que las exteriores tienen volutas de acanto ricamente esculpidas entrelazadas con cisnes -sagrados a Apolo, protector de Augusto-. Todo el monumento estaba pintado y tenía toques de dorado.

En las partes este y oeste de los muros exteriores están representadas varias escenas mitológicas, como la loba amamantando a Rómulo y Remo, Eneas sacrificando a los Penates y una figura femenina con dos niños que podría ser Pax. En los lados sur y norte de los muros podemos ver a Augusto y a la familia imperial, acompañados por magistrados, senadores, sacerdotes y sus familias portando coronas de victoria. Todos ellos participan en una procesión y están representados de forma muy realista. Los personajes hablan entre sí y se ve a una mujer que pide silencio, mientras que los niños parecen muy aburridos. Es interesante observar que, aunque Augusto desempeña un papel importante en la escena, no es tan fácil distinguirlo. Esto contrasta con la escultura romana posterior, en la que el emperador se convierte en el punto focal del monumento.

Descubrimiento y restauración del Ara Pacis

A partir del siglo II d.C., el Ara Pacis cayó en el olvido. Esto se debió a que las posteriores crecidas del río Tíber sepultaron la estructura, que se encontraba en las proximidades. No hay mucha información sobre el primer descubrimiento del monumento, pero los historiadores creen que ya era conocido en el siglo XVI.

En este sentido, en 1556 se encontraron nueve bloques esculpidos en los cimientos del palacio Peretti que se trasladaron a los Museos Vaticanos, se tapiaron en la fachada de la Villa Médicis o se vendieron. En 1859, aparecieron en ese mismo palacio la base del altar y más fragmentos de los muros. Esto dio lugar al inicio de las obras de recuperación unas décadas más tarde, en 1903, que finalizaron en 2014, marcando el bimilenario augusteo. El Ara Pacis se trasladó entonces a la orilla del río Tíber y se colocó frente al mausoleo de Augusto. En la actualidad, el monumento cuenta con un museo dedicado a él y está protegido por una estructura de cristal y acero de estilo moderno diseñada por Richard Meier.

Autora: Beatriz Camino Rodríguez