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Calígula (31 de agosto 12- 24 de enero 41) fue el tercer emperador romano, gobernando desde el año 37 hasta el 41 d.C. Fue asesinado por oficiales de la Guardia Pretoriana, senadores y cortesanos, que conspiraron para restaurar la República Romana. 

Antecedentes: Calígula como emperador 

Cayo Julio César Germánico, también conocido como Calígula, nació el 31 de agosto del año 12 d.C. Su padre era el general romano Germánico, nieto de Marco Antonio, y su madre era Agripina la Mayor. Cuando Germánico murió en el año 17, su familia perdió el favor del emperador Tiberio, que veía a los hijos mayores del general como posibles rivales políticos. Como consecuencia, su madre y sus hermanos fueron acusados de traición. Sin embargo, Calígula logró evitar este destino y fue adoptado por Tiberio en el 32. Cuando éste falleció en el 37, Calígula fue proclamado emperador.

Al principio, Calígula gozó de gran popularidad entre los ciudadanos romanos ya que anunció varias reformas políticas y retiró a todos los exiliados. Sin embargo, según fuentes históricas, la situación pronto empeoró cuando el emperador enfermó y estuvo a punto de morir en octubre del 37. Entonces decidió dar rienda suelta a los peores aspectos de su naturaleza; los historiadores lo describen como cruel, sádico, pervertido sexual y tirano. Aunque la fiabilidad de estas fuentes es cuestionable, se sabe que derrochó dinero en ambiciosos proyectos de construcción para sí mismo, instituyó purgas contra presuntos enemigos, recuperó los juicios por traición de Tiberio y condenó a otros a la confiscación de sus bienes. Además, dirigió campañas militares sin sentido en Germania para ganar gloria. Aun así, consiguió anexionarse como provincia el reino cliente de Mauritania.

Asesinato 

Al final de su reinado Calígula había vaciado el tesoro romano y se había ganado varios enemigos en el Senado, la nobleza y la Guardia Pretoriana, a quienes faltaba continuamente al respeto. La situación se agravó cuando en el año 40 el emperador anunció que planeaba trasladarse a Alejandría, en Egipto, donde pensaba que sería adorado como un dios. Esto dejaría a Roma sin emperador y el Senado y la Guardia Pretoriana se verían impotentes para luchar contra la represión de Calígula. Como resultado, varios cargos de la Guardia Pretoriana, liderados por Casio Chaerea, conspiraron para asesinarlo. El complot era conocido y apoyado por muchos miembros del Senado, el ejército y la orden ecuestre. 

El 24 de enero del 41, Casio Chaerea y sus hombres se acercaron y apuñalaron a Calígula durante una serie de juegos que se celebraban para el Divino Augusto. Casio fue el primero en apuñalar al emperador y le siguieron los demás conspiradores. Cuando la guardia de Calígula respondió, éste ya estaba muerto. Calígula fue enterrado en el Mausoleo de Augusto y sus cenizas fueron esparcidas en el Saqueo de Roma del año 410. 

Mientras que el Senado y Casio pretendían aprovechar la muerte del emperador para restaurar la República, los militares apoyaban una monarquía imperial. Para disminuir el apoyo imperial, mataron a la mujer y a la hija de Calígula. Sin embargo, no pudieron atrapar a Claudio, el tío de Calígula, que logró escapar. Tras conseguir el apoyo de la Guardia Pretoriana, Claudio fue proclamado emperador.

Su legado 

Tras la muerte de Calígula, el Senado se propuso borrarlo de la historia romana ordenando la destrucción de sus estatuas. Además, se han perdido la mayoría de las historias contemporáneas de Calígula, que detallaban hechos y circunstancias de su reinado. Sólo se conservan las obras de Filón y Séneca. Éstas sirvieron de base para las historias secundarias y terciarias escritas por la siguiente generación de historiadores. En este sentido, la mayor parte de la información sobre Calígula procede de Suetonio y Dion Casio, que escribieron sus historias 80 y 180 después de la muerte del emperador, respectivamente. A pesar de la falta de fuentes primarias sobre su vida y reinado, Calígula sigue siendo uno de los emperadores romanos más famosos, principalmente debido a los numerosos relatos sobre sus extravagancias.

Autora: Beatriz Camino Rodríguez