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El Tratado de Paz entre los Estados Unidos de América y el Reino de España, también conocido como Tratado de París de 1898, puso fin a la Guerra Hispano-Estadounidense. 

Antecedentes: La Guerra Hispano-Estadounidense 

La Guerra Hispano-Estadounidense comenzó en la década de 1880 cuando los rebeldes cubanos intentaron independizarse de España siguiendo el ejemplo de otros países hispanoamericanos. Al mismo tiempo, Filipinas también empezó a luchar contra el dominio colonial español. Como la revolución en Cuba estaba ocurriendo muy cerca de la costa de Florida, los rebeldes recibieron rápidamente un apoyo abrumador de los estadounidenses. Este apoyo también se explicaba por el hecho de que Estados Unidos tenía intereses económicos en ultramar y pretendía desarrollar la industria azucarera en Cuba. En consecuencia, la tensión entre España y Estados Unidos aumentó considerablemente. 

El casus belli de la guerra fue la explosión del acorazado estadounidense Maine en el puerto de La Habana el 15 de febrero de 1898. El Congreso de Estados Unidos aprobó el 20 de abril una resolución conjunta en la que reconocía la independencia de Cuba y exigía la retirada de España de la isla. También autorizaba al presidente estadounidense, William McKinley, a utilizar la fuerza militar para ayudar a Cuba. Sin embargo, España ignoró la resolución y Estados Unidos aplicó un bloqueo naval a Cuba. Como consecuencia, España declaró la guerra a Estados Unidos el 24 de abril, y el Congreso de Estados Unidos votó a favor de entrar en guerra contra España al día siguiente. Para justificar su participación en la guerra, Estados Unidos proclamó que era su destino y su deber hacerse cargo de estas naciones de ultramar. 

La primera batalla de la guerra se libró en la Bahía de Manila el 1 de mayo de 1898 y se saldó con la derrota del ejército español cuando intentaba defender Filipinas. Durante las semanas siguientes las tropas estadounidenses invadieron Cuba y destruyeron la armada española del Caribe. El 26 de julio, el gobierno español se vio obligado a discutir los términos de la paz con Estados Unidos. Poco después, se declaró un alto el fuego con el objetivo de negociar un tratado.

Negociaciones del Tratado de París 

Las negociaciones de paz comenzaron el 1 de octubre de 1898 en París. Los representantes estadounidenses exigieron que España reconociera la independencia de Cuba y concediera a Estados Unidos la posesión de Filipinas. También solicitó a España que pagara la deuda nacional de Cuba, que ascendía a 400 millones de dólares. España accedió a conceder la independencia a Cuba y vendió Filipinas a EEUU por 20 millones de dólares. Para pagar la deuda de Cuba, transfirió la posesión de Puerto Rico y la isla de Guam a EE.UU. Aún así, los representantes españoles exigieron que se permitiera a España mantener el control de la capital de Filipinas, Manila, pero EE.UU. se negó. Finalmente, tanto los representantes españoles como los estadounidenses firmaron el tratado el 10 de diciembre de 1898. Sin embargo, el documento tuvo que ser ratificado por los gobiernos de ambas naciones.

Aunque el tratado fue firmado por España poco después, la ratificación se convirtió en objeto de un acalorado debate en el Senado de Estados Unidos, ya que algunos senadores consideraban la anexión de Filipinas como inconstitucional y una perpetuación del imperialismo estadounidense.  Aun así, y tras semanas de debate, el tratado fue ratificado el 6 de febrero de 1899.

Consecuencias del Tratado

Aunque la Guerra Hispano-Estadounidense no duró mucho, el Tratado de París tuvo un gran impacto tanto en España como en Estados Unidos; marcó el fin del Imperio español y le obligó a abandonar sus aspiraciones imperialistas. También provocó que el gobierno español se centrara en las necesidades internas. Como resultado, el país experimentó rápidos avances en la agricultura, la industria y el transporte a lo largo de las décadas siguientes. Además, la crisis política y social provocada por la derrota española llevó a los intelectuales a buscar una renovación cultural y estética. Este movimiento, conocido como la Generación del 98, tiene como una de sus características principales la crítica intensa a los establecimientos literarios y educativos españoles y su aversión al Movimiento de Restauración que se estaba produciendo en el gobierno español.

En cuanto a Estados Unidos, su victoria en la Guerra Hispano-Norteamericana le convirtió en una potencia mundial, ya que la consecución de Guam, Puerto Rico y Filipinas amplió su poder económico desde el Caribe hasta el Pacífico. 

Autora: Beatriz Camino Rodríguez