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Felipe III (1578-1621), también conocido como Felipe el Piadoso, fue rey de España siendo también Felipe II de Portugal, Sicilia y Nápoles. Durante su reinado se apoyó en su primer ministro, el duque de Lerma, lo que le costó importantes críticas. Por otro lado, pudo lograr una paz temporal con los holandeses y llevó a España a la Guerra de los Treinta Años. Gobernando el Imperio español en su apogeo, el reinado de Felipe se considera un período crítico en la historia española.


Primeros años y Ascensión al Trono
Felipe III nació el 4 de abril de 1578 en Madrid. Su padre era el rey Felipe II de España y su madre era Ana de Austria, hija del emperador del Sacro Imperio Romano Germánico Maximiliano II.
Después de que el hermano mayor de Felipe, Don Carlos, falleciera debido a la locura, su padre llegó a la conclusión de que su muerte podría haberse evitado si Carlos hubiera sido criado adecuadamente. Por ello, prestó mucha atención a la educación de Felipe y decidió que debía basarse en el modelo trazado por el padre Juan de Mariana, que se centraba en formar la personalidad del príncipe desde una edad temprana.
Durante su adolescencia, Felipe conoció al marqués de Denia, que más tarde se convertiría en el duque de Lerma, y ​​rápidamente se hicieron amigos íntimos. Sin embargo, al rey Felipe no le gustó el duque y lo envió a Valencia.
En 1598 murió el rey Felipe II y Felipe, que por entonces tenía veinte años, fue coronado rey Felipe III de España y II de Portugal, Nápoles, Sicilia y Cerdeña. Un año después se casó con su prima Margarita de Austria, hermana del emperador Fernando II. Juntos, tuvieron ocho hijos.


Su reinado
Al poco tiempo de ascender al trono, Felipe puso el poder del reino en manos del duque de Lerma. El duque fue nombrado favorito de Felipe y gobernó el país durante los siguientes veinte años.
Los primeros años del reinado de Felipe estuvieron marcados por los problemas económicos provocados por la gran cantidad de deuda que había heredado de su padre. Además, la peste bubónica mató a una parte importante de la población. La situación política empeoró aún más con el ascenso de los procónsules, representantes españoles destacados en el extranjero, que comenzaron a ejercer un control independiente.
En 1609, las dificultades de España para someter a los rebeldes en los Países Bajos y la falta de fondos para continuar con la Guerra de los Países Bajos obligaron a la Corona a firmar una tregua de 12 años. Como resultado de la tregua, la República Holandesa comenzó a construir lazos diplomáticos con otras potencias europeas. Para disimular este fracaso, el Gobierno decidió expulsar a los moriscos (moros convertidos al cristianismo), lo que resultó ser una medida muy popular. Unos 275.000 moriscos fueron expulsados ​​del país, lo que provocó pérdidas económicas.
Para controlar el daño económico, el sistema de impuesto de asiento, que consistía en préstamos de alto interés adeudados a los recaudadores de impuestos, se convirtió en bonos juros, bonos a más largo plazo con un interés más bajo. Si bien esto fue beneficioso al principio, terminó empeorando la crisis financiera.
Mientras tanto, el duque de Lerma se había ganado muchos enemigos y su administración estaba en peligro. Su hijo, Cristóbal de Sandoval, duque de Uceda, decidió unirse a sus enemigos y derrocar al duque en 1618. En ese momento, todas las rentas de Felipe fueron asignadas a banqueros, acreedores y prestamistas.
Al final de su reinado, España entró en la Guerra de los Treinta Años (1618-1648) en apoyo del emperador del Sacro Imperio Romano Germánico Fernando II, que resultó en una victoria española.


Muerte y legado
Felipe III falleció el 31 de marzo de 1621 en Madrid. Le sucedió su hijo Felipe IV, que retiró de la corte a los últimos elementos del régimen del duque de Lerma. Según las memorias del embajador francés Bassompierre, el rey fue asesinado por el calor de una sartén de carbón caliente porque el oficial encargado de llevárselo no estaba disponible, aunque esto parece más una exageración que un relato real.
Los historiadores consideran que el legado del rey Felipe es bastante pobre y su reputación política es negativa. Esto se debe principalmente a su confianza en el duque de Lerma, que recibió muchas críticas. Además, muchos consideran que el inicio del declive de España está marcado por las dificultades económicas de su reinado.