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El emperador romano Joviano murió el 17 de febrero de 364.

Joviano, emperador romano de junio de 363 a febrero de 364, ascendió al trono tras la muerte de Juliano el Apóstata.

Vida temprana y ascenso al trono

Joviano, nacido el 27 de junio de 331 en Singidunum, Moesia Superior (actual Belgrado, Serbia), era hijo de Varroniano, comandante de la guardia imperial de Constancio II. Al unirse a la guardia, desempeñó un papel importante en 361, escoltando los restos de Constancio hasta la iglesia de los Santos Apóstoles.

Ese mismo año, Joviano acompañó al emperador Juliano en la campaña de Mesopotamia contra Shapur II, el rey sasánida. Este viaje dio un giro decisivo en la batalla de Samarra, donde el emperador sufrió una herida mortal y murió el 26 de junio de 363. Ammiano, soldado e historiador romano, relató que, en sus últimos momentos, Juliano se abstuvo de nombrar a un sucesor preferido, temiendo descuidar o poner en peligro al elegido. Al día siguiente, después de que Saturnino Segundo Salucio, el anciano prefecto pretoriano de Oriente, declinara la oferta, el ejército eligió a Joviano como nuevo emperador. Asumió el cargo imperial el 27 de junio de 363.

Reinado

Al subir al trono, Joviano reanudó la retirada iniciada por Juliano, enfrentándose al acoso de los sasánidas hasta llegar a la ciudad de Dura, en el Tigris. Incapaz de salvar el río, buscó a regañadientes un tratado de paz, concediendo una tregua de treinta años. Además, cedió las provincias romanas de Arzamena, Moxoeona, Azbdicena, Rehimena y Corduena y entregó a los sasánidas los intereses de los romanos en el reino de Armenia. El tratado fue considerado humillante.

Joviano pasó el resto de sus ocho meses de gobierno viajando de regreso a Constantinopla. Tras cruzar el Tigris, marchó a Edesa, adonde llegó en septiembre de 363. Allí promulgó edictos que señalaban el fin de la guerra. Allí promulgó edictos que señalaban el fin de la guerra con Persia y la restauración de las finanzas imperiales, anteriormente asignadas a templos paganos por Juliano. Además, el emperador se encontró con un grupo de obispos, entre ellos Atanasio, que acababan de regresar del exilio. Atanasio entregó una carta a Joviano en la que le instaba a adherirse al Credo Niceno y a rechazar el arrianismo. Posteriormente, Joviano restituyó a Atanasio en sus funciones episcopales y le permitió acompañarle a Antioquía.

Su llegada a Antioquía en octubre fue recibida con indignación pública, lo que llevó a Joviano a ordenar la quema de la Biblioteca de Antioquía. Durante su estancia en la ciudad, recibió una carta del Sínodo de Antioquía solicitando la restauración de Melecio como obispo. En septiembre de 363, Joviano había restaurado el lábaro («Chi-Rho») como estandarte del ejército, revocado los edictos de Juliano contra los cristianos y promulgado un edicto de tolerancia que concedía a los súbditos plena libertad de conciencia.

Muerte

En diciembre de 363, Joviano, estando en Ancyra, declaró cónsul a su hijo Varroniano. El 17 de febrero de 364, mientras viajaba de Ancyra a Constantinopla, el emperador fue encontrado muerto en su tienda de Dadastana, situada a medio camino entre Ancyra y Nicea. Sorprendentemente, su fallecimiento, a la edad de 33 años, no fue investigado, y se especuló con la posibilidad de que se hubiera asfixiado por los gases tóxicos que emanaban de las paredes de la cámara de la cama, recién pintadas, cerca de un brasero. Joviano fue enterrado en un sarcófago de pórfido en la Iglesia de los Santos Apóstoles de Constantinopla. Sus sucesores fueron sus dos hermanos, Valentiniano I y Valente, que se repartieron el imperio. Tras el fallecimiento de Joviano, Valentiniano y Valente tomaron medidas para asegurar su dominio, eliminando posibles amenazas. El hijo de Joviano, Varroniano, sufrió el desafortunado destino de quedar ciego, lo que le aseguró que nunca supondría un desafío al trono imperial.

Autora: Beatriz Camino Rodríguez.