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La Gran Exposición de las Obras de la Industria de Todas las Naciones, también conocida como la Gran Exposición o la Exposición del Palacio de Cristal, fue una exposición internacional que tuvo lugar en Londres, del 1 de mayo al 15 de octubre de 1851. Fue la primera de las Ferias Mundiales, muestras de cultura e industria que se popularizaron en el siglo XIX.

Antecedentes

La Gran Exposición de 1851 fue organizada por el Príncipe Alberto, esposo de la Reina Victoria del Reino Unido, en colaboración con un comité de personas influyentes miembros de la Real Sociedad para el Fomento de las Artes, las Manufacturas y el Comercio. Tras el éxito de la Exposición Industrial Francesa de 1844, el Príncipe Alberto decidió que ya era hora de celebrar una exposición internacional que reflejara el poder y el alcance del Imperio Británico. Al celebrar este acontecimiento, también quiso demostrar que la innovación humana, la comunicación y el entendimiento entre las naciones podían hacer del mundo un lugar mejor.

Para albergar la exposición, se construyó un edificio especial, el Gran Shalimar, en Hyde Park, Londres. Se trataba de una enorme estructura de cristal y acero diseñada por Joseph Paxton, un arquitecto inglés con experiencia en el diseño de grandes invernaderos. El edificio era una impresionante proeza de ingeniería y diseño y demostraba el triunfo del hombre sobre la naturaleza. En 1854 fue rebautizado como Crystal Palace y reedificado en el sur de Londres. Sin embargo, fue destruido por un incendio el 30 de noviembre de 1936.

La Exposición

La reina Victoria y el príncipe Alberto inauguraron oficialmente la Gran Exposición en una gran ceremonia el 1 de mayo de 1851. El acontecimiento fue una empresa masiva que requirió la cooperación de muchos países diferentes. Más de 14.000 expositores de todo el mundo participaron en ella, mostrando sus productos e inventos a un público internacional. La exposición contó con la participación de más de 34 países, con más de la mitad de los expositores procedentes de Gran Bretaña y una importante representación de 500 expositores de Estados Unidos.

Las obras expuestas se dividían en cuatro secciones: materias primas, maquinaria e invenciones mecánicas, manufacturas y escultura y artes plásticas. Entre los objetos expuestos se encontraban las últimas máquinas de vapor, hiladoras automáticas y bombas de agua. También había maquetas de nuevos edificios, herramientas de última generación, aperos agrícolas y armas. Uno de los objetos más populares de la Gran Exposición fue el diamante Koh-i-Noor, prestado por la India. El diamante era uno de los más grandes del mundo en aquella época y había pertenecido a muchos gobernantes a lo largo de los años.

La Gran Exposición recibió críticas muy positivas de la prensa y el público y atrajo a grandes multitudes de visitantes. Pronto se pusieron en marcha trenes especiales para traer a gente de toda Gran Bretaña que quería ver el acontecimiento. Entre los numerosos visitantes se encontraban Charles Darwin, Karl Marx, Michael Faraday, Samuel Colt, Charlotte Brontë, Charles Dickens, Lewis Carroll, George Eliot, Alfred Tennyson y William Makepeace Thackeray.

Éxito y legado

La Gran Exposición de 1851 fue un tremendo éxito, tanto en términos de asistencia como de su impacto en la sociedad. Más de seis millones de personas visitaron la exposición durante sus seis meses de duración. Con los beneficios obtenidos se fundaron el Victoria & Albert Museum, el Museo de la Ciencia, el Museo de Historia Natural, el Royal College of Music, el Imperial College of Science and Technology y otras instituciones educativas. Como muchos de estos museos se construyeron en la zona londinense de Kensington, ese barrio pasó a llamarse «Albertopolis» en honor al príncipe Alberto. Además, el Palacio de Cristal influyó notablemente en la arquitectura británica, ya que las grandes casas empezaron a incorporar grandes invernaderos en sus diseños.

La exposición fomentó el comercio y el intercambio entre naciones y puso de relieve el potencial de progreso e innovación que podía lograrse mediante su colaboración. A lo largo de las décadas, ha inspirado muchas exposiciones, como la Feria Mundial, la Exposición Universal o la EXPO, que siguen celebrándose periódicamente en todo el mundo. Éstas siguen compartiendo el objetivo de promover los logros colectivos de la humanidad y el entendimiento mutuo entre culturas.

Autora: Beatriz Camino Rodríguez