Seleccionar página

Carlos V (24 de febrero de 1500 – 21 de septiembre de 1558) fue emperador del Sacro Imperio Romano Germánico y archiduque de Austria de 1519 a 1556, rey de España de 1516 a 1556 y señor de los Países Bajos de 1506 a 1555. Sus dominios le valieron el título de gobernar el primer «imperio en el que nunca se pone el sol».

Vida temprana e infancia

Carlos V nació en el seno de la dinastía de los Habsburgo, una familia que controlaba vastos territorios en Europa. Su padre, Felipe el Hermoso, era el duque de Borgoña, y su madre, Juana de Castilla, era hija de los Reyes Católicos, Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla. En 1506, cuando Carlos tenía sólo seis años, su padre murió inesperadamente, convirtiéndole en heredero de varios territorios europeos, incluidos los Países Bajos y partes de las actuales Francia y Alemania.

Carlos pasó sus años de formación en la corte borgoñona de Bruselas, bajo la tutela de su tía, Margarita de Austria. Entre sus tutores se encontraban notables eruditos y humanistas de la época, como Adriano de Utrecht, que más tarde se convertiría en el Papa Adriano VI. En 1516, al fallecer su abuelo Fernando de Aragón, asumió el papel de rey de España. Gobernó junto a su madre como co-monarca, ya que ésta era considerada incapaz de gobernar debido a su enfermedad mental. Tres años más tarde, la muerte de Maximiliano I abrió la puerta a su aspiración de convertirse en Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. A pesar de la oposición de los monarcas francés e inglés, Carlos consiguió una elección unánime al trono imperial, facilitada en parte por los generosos sobornos ofrecidos a los electores. La acumulación de títulos colocó a Carlos al frente de un extenso imperio europeo.

Su reinado

Uno de los mayores logros de Carlos fue la consolidación del Imperio español. En este sentido, unió las coronas de Castilla y Aragón, creando una poderosa alianza. Además, bajo su reinado, España se convirtió en el centro de un imperio que abarcaba América, Filipinas y vastos territorios de Europa, enriqueciendo enormemente a la Corona española.

Durante su reinado, Carlos tuvo que enfrentarse a la Reforma protestante en Europa, liderada por Martín Lutero. A pesar de oponerse a éste, el rey abogó por reformas en el seno de la Iglesia católica, pero el papado se resistió a sus peticiones de cambio, temeroso de su influencia política. En respuesta, el Papa Clemente VII se alió con el rey francés Francisco I, que pretendía adquirir territorios españoles en Italia. Sin embargo, Francisco se vio obligado a renunciar a sus pretensiones tras ser derrotado por el ejército de Carlos en la batalla de Pavía en 1525. A pesar de los términos de la rendición, Francisco se negó a cumplirlos y reavivó la guerra. Como resultado, en 1527, las tropas de Carlos saquearon Roma, haciendo cautivo al Papa Clemente VII, lo que condujo a la firma de una tregua en 1530.

En un principio, Carlos pretendía utilizar su poderío militar contra los príncipes alemanes protestantes. Sin embargo, los turcos otomanos representaban una importante amenaza para Austria, lo que le obligó a solicitar su ayuda para contrarrestar a las fuerzas turcas, que también contaban con el apoyo de los franceses. Tras rechazarlas en Viena en 1532, Carlos capturó Túnez, en el norte de África, pero no logró conquistar Argel. No fue hasta 1544 cuando Carlos consiguió persuadir a Francia para que hiciera las paces y pusiera fin a su apoyo a los turcos, lo que condujo a una tregua con los otomanos.

En 1545, el cese temporal de las hostilidades brindó la oportunidad de celebrar el Concilio de Trento. Su objetivo era abordar la reforma eclesiástica y atajar los abusos que habían alejado a los protestantes de la Iglesia católica. Al mismo tiempo, Carlos aprovechó el momento para enfrentarse a la Liga de Esmalcalda, una coalición de príncipes protestantes de Alemania. En 1547, derrotó a la liga y obligó a sus miembros a aceptar el Interim de Augsburgo, un compromiso religioso que reconciliaba las prácticas católicas y protestantes.

Sin embargo, su triunfo fue efímero, ya que los turcos, los franceses y los príncipes protestantes reanudaron las hostilidades contra el emperador. En 1552, Carlos se vio obligado a huir de Innsbruck para evitar ser capturado por el nuevo rey francés Enrique II. Para contrarrestar este desafío, Carlos intentó colocar a su hijo Felipe II en el trono inglés concertando un matrimonio con la reina de Inglaterra María I. Aunque los ingleses aceptaron el matrimonio, se negaron a coronar a Felipe como rey.

Abdicación y muerte

En 1556, el vasto imperio de Carlos V se había vuelto ingobernable y decidió abdicar, dividiendo sus reinos entre su hijo, Felipe II de España, y su hermano, Fernando I, que se convirtió en emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. Se retiró al monasterio de Yuste, en España, donde dedicó sus últimos años a la oración, la reflexión y las actividades intelectuales. Sin embargo, su retiro duró relativamente poco, ya que falleció el 21 de septiembre de 1558. Carlos fue enterrado en el Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, un monasterio palaciego que había mandado construir durante su reinado.

La muerte de Carlos V marcó el final de una era de la historia europea. Su reinado fue testigo de la expansión del Sacro Imperio Romano Germánico hasta su apogeo, del surgimiento de España como superpotencia mundial y de las primeras etapas de la colonización europea de América.

Autora: Beatriz Camino Rodríguez