FELIPE IV

En 1651 se reabre el Ingenio tras 11 años cerrado, coincidiendo con la necesidad de reacuñar toda la plata fraudulenta de Potosí y con un nuevo grabador, Alonso de Orozco, que se encargó de las acuñaciones de 1651 y 1652. Los mercaderes vuelven a conseguir licencias para poder llevar su metal al Ingenio, así Juan Cruz de Gainza obtiene permisos para acuñar cincuentines y doblones de a ocho (16 de mayo de 1651), y parece muy probable que parte de las monedas de oro que se autorizó acuñar en 1651 (onzas y, en teoría, centenes, hoy desconocidos, hasta un peso de 200 marcos) se fabricara realmente en 1652, ya que, por una parte no consta licencia alguna para acuñar onzas en esta segunda fecha y por otra, cuando no se llegaba a acuñar el número de piezas autorizadas en la licencia en el año de concesión, lo normal era extenderlo al siguiente hasta completar el número fijado. Por esta razón consideramos estas onzas pertenecientes a la licencia de 1651, aunque con la fecha de 1652 sobre 1651, así como la marca BR del nuevo ensayador, Bernardo de Pedrera, sobre la marca I de su predecesor, Hipólito de Santo Domingo, que fue quien marcó las monedas de 1651, siendo por todo lo anterior un ejemplar de extrema rareza.