REINOS DE CASTILLA Y LEÓN

El tradicional oro de Enrique IV fue el llamado enrique (de la silla alta o de la silla baja), una moneda con una tipología muy novedosa donde aparece el rey sentado en su trono. Pero en el Ordenamiento de moneda de 10 de abril de 1471, realizado con la esperanza de acabar con el caos monetario y con los daños y perturbaciones que sus súbditos habían sufrido a causa de la moneda mala y falsificada que “en estos mis reinos se ha labrado de ocho a diez años a esta parte”, el monarca quiso mostrar su poder intentando sanear la moneda acuñando el mejor de oro posible, con 50 piezas por marco y ley de 23,75 quilates, que en el documento sigue denominado “enriques”, aunque especifica que su tipología es la de un castillo en una cara y un león en otra, con todo el campo “cercado de medios compases doblados”, lo que conllevó que fuera conocida con el nombre de castellanos, que es el que ahora utilizamos. En cuanto a su leyenda debería llevar en anverso: “Enricus cartus Dei gracia Rex Castele e Legiones o lo que dello copiere”, y en reverso la novedosa para Castilla: “Cristus vincit, Cristus regnat, Cristus imperat”, y ordena además que debajo del castillo se coloque la primera letra del nombre de la ciudad donde se labrare, salvo en Segovia, que se coloque una puente, y en Coruña, que se ponga una venera. Autoriza a las casas de moneda a fabricar piezas de enriques con un valor de cambio de 420 maravedís y medios enriques en la proporción indicada en la norma de forma expresa, que era de 2/3 para los primeros y 1/3 para los segundos, así como la posibilidad de hacer múltiplos, desde un doble enrique hasta cincuenta enriques. Estas piezas de la ceca de Coruña son especialmente raras y muy escasas.