SUBASTA 157. LOTE 287: JULIO CÉSAR. Denario. Ceca móvil (49-48 a.C.).

Gallia in tres partes divisa est… casi todos los que han estudiado latín recuerdan esta frase con la que César iniciaba su De Bellum Gallico, la Guerra de las Galias, obra en la que narraba en tercera persona la conquista de ese territorio hostil que le sirvió para agrandar las fronteras de Roma, pero también para aumentar su fortuna personal. Sin duda se trata de una obra propagandística en la que César se vende como un gran general, pero no fue el único medio que utilizó para hacer publicidad de sus campañas bélicas. Como en tantas ocasiones desde su creación, la moneda se convirtió en manos de César en un inmejorable soporte de propaganda.

Hoy vamos a fijarnos en un denario que, aunque es muy conocido, suele aparecer mal descrito. Se trata de aquel en cuyo reverso aparece un elefante pisando lo que comúnmente se describe como una serpiente o un dragón, pero que no es ninguno de esos dos animales; es más, ni siquiera es un animal.

No es difícil darse cuenta de que este tema monetario encierra un fuerte contenido simbólico, empezando por el propio elefante, símbolo de César –palabra que en un significado remoto estaría relacionada con elefante- y este animal, símbolo de fuerza y, recordemos que también arma de guerra en la Antigüedad, pisotea, pasa por encima de un objeto que se quiere destruir, de un enemigo.

Pero lo que vemos bajo las patas del elefante cesariano difícilmente podría ser una serpiente, ni por la postura que presenta ni por las connotaciones simbólicas que tenía la serpiente en el mundo romano y de las que encontramos muchos ejemplos en las propias monedas. En ellas, a las serpientes se  las asocia a divinidades como Salus o Bona Dea, se las alimenta y se las cuida y se las considera un símbolo de renovación y de eternidad (la serpiente que se muerde la cola). Nunca se las representa del modo en que, presuntamente, aparecen en este denario, ni mucho menos con cuernos, como se aprecia en esta moneda.


(En la imagen sestercio de Maximino, con Salus alimentando serpiente: Subasta 157, lote 411).

Aún más raro sería identificar este objeto bajo las patas del elefante cesariano con un dragón, ya que este era un animal mitológico con muy escasa trascendencia en el mundo romano.

La clave la tenemos en el mundo celta, en un objeto tan ligado a él que aparece en la panoplia que lucen los trofeos dedicados a las derrotas celtas y galas representados en las monedas de Roma (por ejemplo, los denarios RRC 450/1, 452/2 y 468/2). Se trata de un carnyx, la trompa celta de metal formada por un astil rígido que se remataba en una cabeza de animal real o mitológico, de la que han dejado constancia objetos de la cultura celta tan conocidos como el caldero de Gundestrup.

(En la imagen una de las placas del caldero de Gundestrup, conservado en el Museo Nacional de Dinamarca. En la parte inferior derecha pueden verse varias figuras tocando el carnyx).

Con esta interpretación queda muy clara la intención de César con la emisión de este denario, en el que, una vez más, quería destacar su aplastante victoria sobre los pueblos galos.