GALIA. Vercingetorix. Falsificación antigua.


A muchos de nosotros el nombre de Vercingétorix nos resulta familiar gracias a los cómics de Astérix (ya saben, la innombrable derrota de Alesia, del 54 a.C.), pero en Francia es reconocido como uno de los héroes nacionales gracias a la historiografía del siglo XIX. Aun así, y como ocurre con tantos otros personajes de la Antigüedad, conocemos muy pocos datos fiables sobre él. Fue su enemigo Julio César, en su propagandística Guerra de las Galias, el que dejó para la historia el nombre de este caudillo, líder de la tribu gala de los arvernos.

Tradicionalmente se ha querido ver la efigie de Vercingétorix en algunas monedas acuñadas por César en conmemoración de su conquista de las Galias, en concreto en aquellas que muestran en su reverso un trofeo militar con dos figuras a sus pies, una femenina y otra masculina, interpretadas como la personificación de la Galia y el propio caudillo galo (RRC 452.4 o RRC 468.1) y también en el anverso de la emisión de Hostilio Saserna (48 a.C. RRC-448.2). Sin embargo, lo más probable es que estas imágenes no sean más que representaciones prototípicas de los habitantes de la Galia.


Por esas mismas fechas de mediados del siglo I a.C. la tribu de los arvernos emitió una serie de estáteras en oro con el nombre de su caudillo. Estas monedas llevan en el anverso una cabeza masculina imberbe, a veces con casco, acompañada por la leyenda VERCINGETORIXS. El reverso lo ocupa un caballo galopando junto a diferentes símbolos. Aunque a priori pudiera pensarse que el anverso sería el retrato del jefe galo, lo más probable es que se trate de una divinidad similar a Apolo.


La mayoría de los hallazgos conocidos de estas estáteras de Vercingétorix se produjeron en el siglo XIX en el territorio en el que se asentaba en la antigüedad la tribu de los arvernos. Entre ellos destaca el tesoro de Pionsat (Puy-de-Dôme, descubierto en 1852), del que se conservan varias piezas en la Biblioteca Nacional de Francia o en el Museo de Bellas Artes de Lyon, entre otros.


Una moneda tan rara, y que, además, llevaba el nombre de un personaje histórico tan destacado en la historia de Francia, no tardó en ser objeto de numerosas falsificaciones y reproducciones. La moneda que sacamos ahora a subasta (lote nº 100) recuerda enormemente a la pieza conservada en el Museo de Zúrich, tenida como original. En todo caso, no es raro que este tipo de monedas se conserven en muchos museos, ya que poseen un indudable interés historiográfico.