"Fake news" del siglo XVIII: las medallas de Vernon
Isabel Rodríguez Casanova 11 Enero 2021
Las medallas realizadas para
conmemorar las hazañas del almirante Vernon podrían formar un grupo aparte
dentro de la medallística europea, ya que se conocen más de doscientas
variantes distintas. A pesar de ser piezas todas ellas de estilo tosco y poca
calidad, acuñadas en metales no nobles, han sido objeto de numerosas
publicaciones y son muy apreciadas por los coleccionistas.
El éxito de estas medallas reside sin
duda en la popularidad de sus protagonistas, dos personajes de la talla
histórica del almirante inglés Edward Vernon (1684-1757) y el español Blas de
Lezo (1689-1741). El contexto histórico en el que se acuñaron fue una de las
varias guerras que enfrentaron a España y Gran Bretaña en el siglo XVIII, la conocida
como “Guerra del Asiento” o “Guerra de la Oreja de Jenkins” que enfrentó a las
dos naciones entre 1739 y 1748 por disputas comerciales. El objetivo británico
durante la contienda fue paralizar el comercio español desde América atacando
los cuatro puertos estratégicos del Caribe: Portobelo, Cartagena, La Habana y
Veracruz.
La guerra fue muy popular en Gran
Bretaña y se acuñaron centenares de medallas o jetones para ensalzar las
hazañas del almirante Vernon, algunas reales y otras supuestas, habida cuenta
de que se trataba de la mayor flota aparejada por ese país para una operación
en América. Su primer objetivo fue el puerto panameño de Portobelo, que Vernon
atacó y tomó el 22 de noviembre de 1739 con solo seis buques de guerra.
Esta hazaña quedó plasmada en un gran
número de medallas inglesas, en la que se resaltaba sobre todo el escaso número
de navíos que hicieron falta para la conquista. En la pieza que vemos junto a
estas líneas se puede leer en el anverso: THE BRITISH GLORY REVIVD BY ADMIRAL
VERNON (“el orgullo inglés revivido por el almirante Venon”) y en reverso HE
TOOK PORTO BELLO WITH SIX SHIPS ONLY (“tomó Portobelo con solo seis barcos”).
En esta otra se repite la cantinela
del reverso de la conquista con solo seis barcos, pero el anverso podríamos
decir que va un paso más allá: THE SPANISH PRIDE PULLD DOWN BY ADML
VERNON (“el orgullo español doblegado por el almirante Vernon”) y junto a la
efigie del almirante inglés aparece la de otro personaje arrodillado y, para
que no quede duda sobre su identificación, sobre él se lee DON BLASS. Sin
embargo, el almirante español Blas de Lezo no estuvo en Portobelo y en ningún
momento se arrodilló ante el inglés.
La siguiente plaza tomada por Vernon fue
el que denominan Puerto Chagres, en la desembocadura del río del mismo nombre,
también en Panamá. El pequeño castillo de San Lorenzo el Real de Chagres no
tardó en caer ante las andanadas de la flota británica, pero no dejaba de ser
una presa menor, a la espera de la ansiada toma de Cartagena de Indias. Aunque
la noticia de esta nueva conquista se transmitió también rápidamente a
Inglaterra, no tuvo tanta trascendencia como la de la plaza anterior. En esta
medalla, por ejemplo, se ve cómo se repiten las leyendas ya vistas y solo en el
anverso se añade la mención a PORT CHAGRE.
Envalentonado por estas dos rápidas conquistas,
Vernon ya se atrevió a dirigirse hacia Cartagena de Indias. Las cosas parecían pintar
muy bien para los ingleses, a juzgar por la facilidad con la que cayeron los
castillos exteriores (en la leyenda de reverso de la pieza junto a estas líneas
se lee “Los fuertes de Cartagena destruidos por el almirante Vernon”). Vernon
se apresuró a enviar noticias a Inglaterra en las que se daba por hecho la
conquista de esta importante plaza y allí de inmediato se acuñaron decenas de
jetones que celebraban la victoria de Vernon.
Pero con lo que no contaba Vernon era
con la heroica resistencia de la guarnición española bajo el mando de Blas de
Lezo -que aquí sí estaba presente- y del virrey Eslava, que, a pesar de su inferioridad
numérica de las tropas españolas, infligió una gran derrota a la flota
británica. De este modo, las medallas acuñadas para celebrar la “victoria” pasaron
a ser una gran falsedad histórica.
Ni serpiente, ni dragón
Isabel Rodríguez Casanova 30 Octubre 2020
SUBASTA 157. LOTE 287: JULIO CÉSAR. Denario. Ceca móvil (49-48 a.C.).
Gallia in tres partes divisa est… casi todos los que han estudiado latín recuerdan esta frase con la que César iniciaba su De Bellum Gallico, la Guerra de las Galias, obra en la que narraba en tercera persona la conquista de ese territorio hostil que le sirvió para agrandar las fronteras de Roma, pero también para aumentar su fortuna personal. Sin duda se trata de una obra propagandística en la que César se vende como un gran general, pero no fue el único medio que utilizó para hacer publicidad de sus campañas bélicas. Como en tantas ocasiones desde su creación, la moneda se convirtió en manos de César en un inmejorable soporte de propaganda.
Hoy vamos a fijarnos en un denario que, aunque es muy conocido, suele aparecer mal descrito. Se trata de aquel en cuyo reverso aparece un elefante pisando lo que comúnmente se describe como una serpiente o un dragón, pero que no es ninguno de esos dos animales; es más, ni siquiera es un animal.
No es difícil darse cuenta de que este tema monetario encierra un fuerte contenido simbólico, empezando por el propio elefante, símbolo de César –palabra que en un significado remoto estaría relacionada con elefante- y este animal, símbolo de fuerza y, recordemos que también arma de guerra en la Antigüedad, pisotea, pasa por encima de un objeto que se quiere destruir, de un enemigo.
Pero lo que vemos bajo las patas del elefante cesariano difícilmente podría
ser una serpiente, ni por la postura que presenta ni por las connotaciones
simbólicas que tenía la serpiente en el mundo romano y de las que encontramos
muchos ejemplos en las propias monedas. En ellas, a las serpientes se las asocia a divinidades como Salus o Bona Dea, se las alimenta y se las cuida y se las considera un
símbolo de renovación y de eternidad (la serpiente que se muerde la cola).